Tras los destacados rendimientos de McLaren en los Grandes Premios de Miami e Imola, Ferrari se unió oficialmente a la contienda por la cima de la Fórmula 1 durante el Gran Premio de Mónaco. Aunque el estrecho y singular circuito urbano de Mónaco suele considerarse una excepción en el calendario, este evento ha confirmado la tendencia emergente de una competencia cerrada entre Red Bull, McLaren y Ferrari. Estas tres escuderías han reducido sus diferencias a apenas una décima y media de segundo, y el favorito para cada fin de semana de carreras depende en gran medida de las características específicas del circuito y de la ejecución estratégica durante el evento.
Red Bull sigue siendo el equipo dominante en circuitos más suaves y con alta carga aerodinámica, como el de Barcelona, pero su ventaja ya no es tan amplia como para asegurar victorias cómodas en pistas donde el RB20 muestra debilidades, especialmente en terrenos irregulares con baches y bordillos.
La lucha por el campeonato se ha intensificado notablemente, con Charles Leclerc reduciendo la distancia a 31 puntos respecto a Max Verstappen en la clasificación de pilotos, y Ferrari acortando su desventaja a 24 puntos respecto a Red Bull en la tabla de constructores. Este avance ha encendido la esperanza entre los tifosi y la prensa italiana, quienes ven en el jefe de equipo, Frédéric Vasseur, al salvador de la Scuderia, después de su llegada al mando hace 15 meses.
Sin embargo, Vasseur mantiene una postura cautelosa. En lugar de celebrar prematuramente, insiste en la necesidad de seguir trabajando con diligencia. Su enfoque ha sido realizar una revisión integral en Maranello, buscando mejorar la eficiencia y eficacia en todos los departamentos de la Gestione Sportiva. Vasseur cree que este es el momento de intensificar los esfuerzos y aprovechar el impulso positivo alcanzado, en lugar de descansar en los laureles.
